Eduardo Arroyo ha empleado la escritura como medio para interpretar el significado de sus obras. Ha logrado concretar su anhelo de ser un pintor-escritor fusionado entre tres culturas: la española, la francesa y la italiana. No obstante, como él mismo expresó en alguna ocasión: «Mi patria es la pintura».
Nacido en plena dictadura, Arroyo optó por el camino del exilio en París y después pasó 8 años en Italia, antes de retornar a España con el comienzo de la democracia. Su estancia en Italia dejó una marcada influencia en sus creaciones, sintiéndose cómodo expresándose tanto hablando como escribiendo en italiano. Este aspecto lo decidió plasmar no solo en el lienzo, sino también en los nombres de sus obras. Destacó como figura clave en la figuración narrativa de la década de 1960, período en el que su obra se caracteriza por su naturaleza subversiva y provocadora, en el contexto de la nueva figuración española y el pop art. Hoy en día, es reconocido como uno de los artistas más destacados de nuestro país.
