Esta obra realizada en 1982 por Alberto Gironella es una serigrafía en la que representa al torero jerezano Rafael de Paula, cuyo nombre da título a esta obra. El pintor mexicano inició su trayectoria plástica a través del dibujo y la acuarela, en ellas representaba a distintos personajes célebres que influyeron en él como el cineasta Luis Buñuel, el filósofo Friederich Nietzsche o, como en este caso, al destacado torero.
En su discurso plástico encontramos temas sobre la muerte, la putrefacción de la materia y el paso del tiempo. Esto fue lo que motivó su interés por la tauromaquia, por eso en varios de sus cuadros captaba muy bien la esencia del toreo, de la fugacidad del instante y la muerte matizado en belleza.
Sus obras muestran un intenso estudio e interés por las formas, la libertad del trazo y la manifestación del estado psicológico en el que se encuentra, de ahí la deformación de los rostros y cuerpos de sus personajes que consiguen mantener la figura.
